28 de febrero de 2010

El laberinto de la disidencia

EL FUTURO DE CUBA|EL ANTICASTRISMO

El laberinto de la disidencia

1. • Los fragmentados grupos opositores cubanos malviven amordazados y
asediados por el régimen
2. • Las expresiones del malestar social suelen ser la improductividad
laboral o directamente el exilio

TONI CANO
MÉXICO

Vejada en las peores cárceles y celdas de la isla. Sitiada e
incomunicada en su propia casa. Perseguida con saña por doquier. La
disidencia cubana vive dispersa, encadenada y amordazada, tildada con el
sambenito de «contrarrevolucionaria» y el cartel de especie en
extinción; apenas sublimada por una joven oposición virtual, bloguera,
de gran eco exterior y nula repercusión interna. La muerte del preso
político Orlando Zapata tras 85 días de huelga de hambre –secundada
ahora por otros cinco activistas– ha causado asimismo un gran impacto en
el mundo, pero quedan por ver sus efectos en la isla, donde el único
crítico desplante sigue reducido a los chistes y los comentarios
socarrones e indomables de los cubanos.
Uno de esos cuentos dice: «Bastan dos cubanos para crear un grupo
disidente. Cuando son tres, aparece el primer disidente interno. Si
llegan a cuatro, el cuarto es de la seguridad. Y si son cinco... Pero
bueno, ¿se ha visto alguna vez a cinco cubanos poniéndose de acuerdo en
algo?». Así, cuando hace 20 años los opositores empezaron a unirse
formaron innumerables grupos pequeños, casi familiares. El que dice
tener más miembros, Arco Progresista, los cifra en «400 a lo largo de la
isla».
Fueron varios de los principales compañeros de revolución los primeros
que se convirtieron en disidentes del régimen encabezado por Fidel
Castro. Pero Fidel les apretó las tuercas, hasta ver pasar los cadáveres
de sus enemigos. Por ejemplo, Gustavo Arcos. Iba con Castro en el asalto
al cuartel Moncada, inicio de la revuelta guerrillera, y murió hace dos
años y medio en La Habana, con su imagen no solo denigrada, sino también
recortada de las fotos oficiales. Su propia vivienda fue reducida para
crear una habitación en la que vivía un agente de seguridad.

«COMO LUIS XIV» / Gustavo Arcos fundó el Comité Cubano de Derechos
Humanos y lo mantuvo con su hermano Sebastián y Jesús Yanes, exjefe de
la escolta de Castro. Los tres fallecieron, y dejaron un vacío en la
contabilización y la difusión de las violaciones y los presos políticos,
que ahora rondan los 200. Arcos solía comparar el poder de los hermanos
Fidel y Raúl Castro con el de los antiguos reyes europeos: «Como Luis
XIV, pueden afirmar: El Estado soy yo».
El Gobierno ha reprimido de todas las formas posibles a cuantos han
tratado de alzar la voz frente a la línea ideológica oficial y más aún a
los que desafían el sistema constitucional de partido único y la
prohibición de cualquier otra asociación política. Sus dirigentes han
sido hostigados, encarcelados por «peligrosidad social» u obligados al
exilio. Su lucha por la democracia, la libertad y los derechos humanos
los convierte en «mercenarios del imperialismo estadounidense».
Muchos los rehuyen desde que los inicios de esa «contrarrevolución»
estuvieron ligados a los sectores más duros del exilio de Miami, que
durante años soñaron con la solución militar. «Una de las dificultades
de la oposición es el alejamiento de la gente», reconoce Manuel Cuesta,
dirigente de Arco. En Cuba no hay lugar para que nada florezca al margen
del ubicuo Partido Comunista. El malestar social siempre se reflejó
sutilmente en la improductividad laboral y tuvo como salida una balsa en
el mar o la petición de asilo en un aeropuerto extranjero.
En el exilio acabaron los principales referentes de la nueva disidencia
que, especialmente en el campo intelectual, se forjó a fines de los 80.
Los opositores que permanecieron en la isla y crearon nuevos grupos no
siempre han sabido sortear con éxito las acusaciones de ser «empleados
de la Oficina de Intereses» norteamericanos. Intentos posteriores, de un
tamiz socialdemócrata, liberal o cristiano, hallaron todo tipo de
obstáculos para hacer circular sus opiniones e incidir en la sociedad.

AGENTES INFILTRADOS / Las limitaciones institucionales no son nada si se
comparan con el cerco de la seguridad del Estado. Los agentes de
inteligencia suelen infiltrarse en los grupos opositores y, cuando no lo
logran, buscan destruirlos por modos más expeditivos. Para ello cuentan
con la colaboración de «los vecinos»: los Comités de Defensa de la
Revolución (CDR) y las Brigadas de Acción Rápida, que realizan acciones
de hostigamiento contra los opositores y celebran «mitines espontáneos»
frente a sus casas.
Aun así, son cada vez más frecuentes las expresiones de rechazo oblicuo
o más abierto. Una de las más recordadas fue en la Universidad, donde un
estudiante puso en ridículo a Ricardo Alarcón, uno de los dirigentes
históricos del régimen. La críticas circulan por demás en blogs, se
hacen sentir en la cultura y el humor. Pero ni los contados disidentes
ni ese 10% del electorado que no va a votar o anula su voto han logrado
ningún espacio de incidencia.
Ni hablar pueden. Se requiere una docena de llamadas telefónicas para
que el laureado opositor democristiano Oswaldo Payá hilvane una frase
entera: «Después de 51 años del mismo régimen opresivo, con las mismas
personas en el poder, el pueblo de Cuba quiere respirar un nuevo aire de
libertad y reconciliación».

El laberinto de la disidencia | El Periódico de Catalunya | Mundo (28
February 2010)
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=691437&idseccio_PK=1007

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