30 de septiembre de 2011

Un árbol sin raíces

"Un árbol sin raíces"
Fernando Ravsberg | 2011-09-29, 12:00

La casa del Poder Municipal del Cerro está apuntalada porque se cae a
pedazos, casi una metáfora política. (Foto: Raquel Pérez)
No fueron los romanos quienes inventaron los municipios como institución
pero ellos sí comprendieron la necesidad de desarrollarlos para crear un
entramado político capaz mantener la unidad del Imperio.

Las catedráticas argentinas de Derecho, Natalia Stringini y Mariana
Sconda llegan a asegurar que "el Imperio Romano debió la prolongación de
su vida y conservación de fuerzas a la buena organización de los
municipios".

En pocas palabras, para poder gobernar se vieron obligados a
descentralizar el poder, creando una estructura político-administrativa
capaz de armonizar las necesidades de la comunidad local con los
intereses y la unidad del Imperio.

Pero las catedráticas van más allá afirmando que "los municipios
tuvieron un rol preponderante en la historia política del mundo" y aún
hoy implican una "dualidad social y política", que sirve de contrapeso
al gobierno.

Por el contrario el modelo cubano es tan centralizado que casi nada se
hace en la isla sin la autorización de La Habana. Así se uniformó el
país al grado de perder incluso muchas de las tradiciones culturales de
cada región.

Los intentos de crear un sistema de gobierno municipal basado en el
Poder Popular nunca cuajaron. Es posible que su composición tenga una
base muy "popular" pero es evidente que no tiene prácticamente ningún
"poder".

Hace unos meses supe que una ONG europea no podía iniciar su proyecto
porque al municipio beneficiado no lo autorizaban, desde La Habana, para
abrir una cuenta en un banco cubano ni a recibir un vehículo donado.

La frase más repetida por los delegados municipales a sus votantes es
que "no hemos recibido respuesta a nuestra solicitud" porque en general
los empresarios y políticos no contestan sus reclamos, a veces ni
siquiera los reciben.

Sucede porque esas estructuras locales son la "cola" del poder estatal
en vez de ser la "cabeza" de la comunidad. Algo que en la provincia de
Artemisa intentan rectificar en una experiencia piloto realizada con la
mayor discreción...por si sale mal.

Tal y como previeron los romanos hace siglos, la centralización no trajo
en Cuba un mayor control sino todo lo contrario. La capital fue incapaz
de gobernar cada rincón del país y la gente empezó a tomar decisiones
"por cuenta propia".

Las soluciones se establecieron a nivel local y al margen de las "leyes
romanas". En Camagüey fabrican el queso clandestinamente y en Matanzas
se disparan los matrimonios de conveniencia para residir cerca de los
turistas.

A las familias que recibieron tierras de labranza gratuitas el gobierno
les prohibió construir una casa en la finca, así que levantan un
"galpón" para guardar enseres y de forma imperceptible lo van
transformando en vivienda.

El socialismo cubano funcionó como si todos los ciudadanos defendiesen
siempre los mismos intereses. Así los sindicatos, las organizaciones
civiles y las estructuras políticas terminaron perdiendo su esencia
particular, su razón de ser.

Pero algunas leyes son implacables y las contradicciones legítimas y
dialécticas de la sociedad no desaparecen porque un gobierno las niegue,
simplemente pasan a la clandestinidad y siguen incubándose ocultas a la
vista.

Y a veces esas contradicciones son tragos amargos para la comunidad
local. Durante el cierre de los centrales azucareros vi llorar a hombres
y mujeres en los bateyes hablándome de "su" locomotora, del olor a
"melao" y de la sirena del ingenio.

Alguien debe defender esos intereses y servir de contrapeso al poder
central. Por eso cuando los municipios funcionan bien el país avanza
hacia una mayor democracia, aumentando la participación de la gente en
la toma de las decisiones.

La sociedad cubana parece empezar a comprender el asunto y surgen
iniciativas interesantes como la de la doctora en Ciencias Económicas
María Elena Betancourt, quien propone que el turismo sea motor del
desarrollo local.

Afirma que la "sostenibilidad solo puede alcanzarse desde el territorio
que asume la inversión, cuando éste es capaz de producir, en su mayoría,
los insumos y recursos que demanda esta actividad, y garantizar incluso
hasta la fuerza de trabajo".

Si a eso se agregan impuestos municipales y salarios acordes a las
ganancias del sector, significaría una elevación de la calidad de vida
en las comunidades y también de los ingresos de sus habitantes... sin
necesidad de violar la ley.

Es verdad que habrá un desarrollo regional desigual y que unos cubanos
vivirán mejor que otros pero lo cierto es que los habitantes del
balneario de Varadero siempre tuvieron un mayor nivel de vida que el
resto de sus compatriotas.

Con autonomía financiera, administrativa y política, los municipios
podrían resolver muchos de los problemas locales. Pero la clave está en
la participación de la población, de lo contrario solo servirían para
ampliar aún más la burocracia.

Esta instancia es el espacio institucional más cercano a la gente y su
buen funcionamiento es capaz de liberar mucha energía social, en la
medida que defiendan sus derechos y los transformen en herramienta para
el desarrollo.

No es extraño que la ponencia de las catedráticas argentinas Stringini y
Sconda se inicie sentenciando que: "es tan difícil un buen gobierno sin
municipalidades libres, como una casa sin cimientos, y un árbol sin raíces".

http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2011/09/un_arbol_sin_raices.html#more

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